*Desde la laudería Carrizosa Luna, surgen diversos instrumentos, entre ellos la quijada de árbol, su obra maestra
Nadia Carrión
Minatitlán, Ver.- Las manos de Germán son su principal herramienta de trabajo. Con ellas crea verdaderas obras de arte, piezas únicas que cuando se juntan con el talento musical brindan un concierto imposible de olvidar: fiesta y alegría.
Germán Carrizosa Luna, oriundo del municipio de Cosolecaque tienen la habilidad de hacer magia con las manos. A sus 33 años, convierte un trozo de madera en la principal herramienta de trabajo de otro artista: el músico.
Desde la laudería Carrizosa Luna, surgen diversos instrumentos, entre ellos la quijada de árbol, su obra maestra.
Rompió con la tradición familiar. Su padre se dedica a la construcción y sus abuelos vendían materiales para la edificación. Materiales Carrizosa, era su negocio. Y su mamá maestra de primaria jubilada.
Germán es un artesano creativo, que ha producido instrumentos, hasta convertirse en el creador de la famosa quijada de árbol, que iguala el sonido de la quijada de vaca o burro.
Con el paso de los años la ha perfeccionado mediante falla y error, hasta encontrar una madera que le brinde la flexibilidad que el instrumento requiere.
“Al fabricar los instrumentos siento una gran motivación, ánimo para continuar esforzándome, sigue habiendo curiosidad en mi para hacer nuevos diseños, seguir experimentando con las muchas maderas tan preciosas que nuestra maravillosa naturaleza nos regala”.
Artistas, locales, nacionales e internacionales recomiendan el trabajo de Germán, incluso Lila Downs, cantante, compositora y productora, y Celso Duarte, quienes han llevado su música a cinco continentes.
“Mis instrumentos suenan a maderas preciosas secadas con el tiempo, bajo la sombra fresca de otros árboles, suenan a fiesta y alegría”, describe el apasionado Laudero.
Carrizosa Luna aprendió el oficio del laudero Nazario Martínez Amaro, nativo de Cosoleacaque. Tenía 18 años y entonces aprendió a hacer jaranas con la técnica tradicional.
“A partir de ahí se despertó mi interés y empecé a experimentar haciendo algunas cosas con cuerno, hueso y diversas maderas, cosas como honguitos, incrustaciones, decoraciones en la pala, etc., pequeños detalles, hasta empezar a realizar los primeros intentos de lo que hoy es la quijada de árbol, en la que he centrado todo mi interés”, agregó Carrizosa Luna.
Con facilidad, sus instrumentos con alma propia ponen a zapatear a más de uno, la algarabía no tarda en hacerse notar.
“Cuando escucho el percutir de las banquetas sobre la quijada de árbol, me siento muy contento y emocionado, sobre todo al tratarse de una idea nueva, escucharlas sonar me hace saber que está siendo aceptada; me reafirma también que es un legado que estoy creando para mis hijos”.